[Lectura voraz] Víboras, putas, brujas: Una historia de la demonización de la mujer desde Eva hasta la Quintrala

18 Febrero 2019

En este ensayo, Roberto Suazo aborda los pilares del modelo patriarcal en Occidente.

Daniel Carrillo... >
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Paradójicamente, ha sido una aliada la que le ha dado la fuerza suficiente al patriarcado occidental para imponerse a través de la historia: la culpa. Como lo plantea el investigador Roberto Suazo en su libro Víboras, putas y brujas (Editorial Planeta, 2018; 148 pp.), ésta le ha servido como una potente herramienta para modelar, reproducir y justificar las jerarquías de género y legitimar el control sobre la conducta de las mujeres, reduciendo lo femenino a un papel inferior.

Esta culpa se ve simbolizada en Eva, que el cristianismo apunta como la responsable directa de la condición material y mortal de la humanidad. Los griegos, por su parte, tampoco lo hacen mejor, al considerar que la caja abierta por Pandora fue la puerta de entrada de todos los males y sufrimientos del mundo, volviéndolo imperfecto.

En esta visión, destaca el autor, lo femenino se emparenta con la naturaleza, vista también como una realidad caída que el hombre debe avasallar y controlar, tomándola como posesión, trasfondo que palpita tras la actual crisis ambiental.

Suazo rescata, a la par, figuras menos conocidas que desafían el paradigma patriarcal. Este es el caso de Baubo y Lilith, quien según la tradición oral hebraica fue la primera esposa de Adán, antes que Eva. Creada de la misma sustancia y al mismo tiempo que Adán, a Lilith se la considera con la capacidad para articular el verdadero nombre de Dios. Se trata de un don perdido, que la hace sumamente poderosa.

Las estatuillas de la mítica Baubo, por su parte, tienen que ver con la visibilización de los genitales femeninos, entendiendo la ostentación de la vulva como una señal de complicidad y solidaridad entre las mujeres griegas. En sus festividades, dedicadas a las diosas de la fertilidad, lograban construir espacios de resistencia contracultural donde podían compartir libremente conocimientos ancestrales, como el de plantas y frutos anticonceptivos o abortivos.

En este punto, Suazo comienza a deslizar una de las principales tesis de su libro: que el control de la natalidad condicionó la demonización de la mujer. Esto, dado que se le vio como un obstáculo al avance del capitalismo. Siguiendo a Federici, la crisis demográfica que dejó el azote de la peste negra en la Europa del siglo XIV se tradujo en una gran escasez de mano de obra. Así las cosas, la caza de brujas iniciada un par de siglos más tarde “debe entenderse como una estrategia de apropiación de los cuerpos femeninos por parte de los estados europeos”. Por tanto, se asesinó a miles de mujeres principalmente porque conocían los secretos del control de la natalidad, es decir, tenían poder para evitar la maternidad.

Otro tópico abordado por Suazo es el del arquetipo universal de la “mujer monstruo”, que en Chile nos remite a la Quintrala y que sería una forma de encubrir el temor masculino ante mujeres desafiantes, poderosas, independientes y decididas.