La materia tiene vida y el universo es una unidad orgánica

26 Junio 2012

A partir de la prohibición filosófica del Espíritu, se desarrolló un materialismo vulgar que niega a Dios porque “no lo ve”, y que contempla los sentimientos y sensaciones como a una aparición acompañada de la química del cuerpo

Juan Lama Ortega >
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Para el filósofo y matemático griego Tales de Mileto la materia tenía vida y el Universo era una unidad orgánica; pero pocos siglos más tarde se produjo una línea divisoria entre espíritu y materia, mediante la “Teoría atómica” del filósofo griego Demócrito que descomponía el mundo en partículas de materia muerta; pero luego también mediante la filosofía de Aristóteles, que fue determinante hasta la Edad media. La conciencia unitaria se perdió a favor de una imagen del mundo que lo dividía todo: Dios y el Universo, cuerpo y alma, materia y Espíritu. Cuando Descartes en el siglo XVII, con su famosa frase “pienso, luego existo”, identificó al ser humano con su intelecto y despachó cualquier otra cosa, inclusive animales y plantas, como a materia de funcionamiento maquinal, todo había pasado definitivamente. En el tiempo siguiente, la imagen mecánica del mundo celebró sobre la base de la física de Newton, el triunfo de las ciencias naturales y perdió de vista la vida y el Espíritu.

Hoy día aún sufrimos bajo los efectos de esto. A partir de la prohibición filosófica del Espíritu, se desarrolló un materialismo vulgar que niega a Dios porque “no lo ve”, y que contempla los sentimientos y sensaciones como a una aparición acompañante de la química del cuerpo, y que sólo considera real lo que puede pesarse y medirse.

La “nueva física” enseña que nuestro mundo en realidad no se compone de materia, sino que se trata de un entramado de relaciones de impulsos y vibraciones de un campo energético invisible.

El físico Hans-Peter Dürr les objeta que la física moderna se aparta de este Dios externo: “Pues en la física cuántica predomina el pensamiento de que todo está relacionado con todo. Pero donde nada está separado, se llega a otra imagen de Dios. No puedo imaginarme a Dios como a algo externo. Para mí sólo tiene validez una imagen de Dios en la que yo mismo estoy incluido”. En otro lugar dice: “No puedo separar lo divino de mí. Todo está relacionado con todo. Deshacer, analizar, diferenciar: esto se hace para reconocer cosas; pero cuando contemplo a Dios, no quiero reconocer, sino que quiero sencillamente experimentarlo”.

Esta experiencia de Dios de la que se declara partidario un físico de renombre como Dürr, las explicó ya Jesús con la frase: “El Padre y Yo somos uno”, y en Sus Grandes Enseñanzas Cósmicas dadas a través de Gabriele, la profeta y mensajera para el tiempo actual, con el siguiente mensaje: “Sabed: cada uno de vosotros es el Universo comprimido, y el Universo es el SER, es el Hogar eterno, el mar de luz, Dios”.

El espíritu que a principios de siglo ayudó a las ciencias naturales a alcanzar una nueva conciencia y disolvió la imagen materialista del mundo, es el mismo Espíritu que a fines de siglo se manifiesta como “Espíritu del Cristo de Dios” a través de boca profética, y rompe el cristianismo petrificado, renovando, profundizando y completando las enseñanzas que El trajo siendo Jesús de Nazaret, tal como había anunciado hace 2000 años el Nazareno. Su mensaje dice así: Dios es todo en todo. El está en cada piedra, en cada planta, en cada animal y en cada ser humano. El está más cerca de vosotros que vuestros brazos y piernas. Su Creación es en origen Espíritu, y las manifestaciones de sustancia gruesa del “mundo” han surgido a causa de los acontecimientos de la Caída y son sólo reflejos del Hogar eterno al que regresarán todas las formas creadas.

A muchas religiones del mundo, esto les resulta conocido como conocimiento primario de la humanidad. En el cambio de la era de Piscis a la era de Acuario, el Espíritu de Dios recuerda esto nuevamente a la humanidad y le permite mirar a la vez en dimensiones insospechadas: en la estructura atómica espiritual del ser, en las relaciones entre los cosmos material y espiritual, en los detalles de los acontecimientos de la Caída, en la ley kármica de causa y efecto, en las interrelaciones entre nacimiento y renacimiento y en muchas otras cosas; pero ante todo, El enseña el camino de esclarecimiento y purificación de alma y hombre, de forma que la conciencia del ser humano pueda volver a alcanzar la unidad con el ser primario, el Espíritu divino, Dios.

Vida Universal

                                                                                                              Juan Lama Ortega

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