Cuarentena por Coronavirus: Cómo sobrevivir sin luz, ni agua potable [FOTOS]

Los autos pasan bien salpicados en tiempo de cuarentena y toque de queda por la Prolongación 21 de mayo, en Arica. Justo en una curva, una pequeña habitación de 2 metros de ancho, por 6 de largo, se mimetiza con el cerro, tras el cual aparecen los departamentos casi sin uso, conocidos como Vista 21.

Sin luz, ni agua potable, pero con un estrecho patio donde hay un mesón, un fogón, un altar a la Virgen María y una animita que recuerda al Copito, la mascota de Pepe, nuestro entrevistado, que cumplirá 58 años en el mes de mayo.

Lleva más de 30 años, viviendo en la metafórica y manoseada “situación de calle”, es decir, como huésped a la orilla de un cerro, desde donde salía a limpiar autos y a realizar pequeñas tareas en las poblaciones cercanas. Ahora se mantiene en su reducto, escuchando menos autos que de costumbre y sin poder moverse, porque el miedo a contagiarse emana desde sus ojos.

¿Cómo llegó a vivir en la calle?

-A los 20 años vine de Santiago a trabajar con un contratista como albañil, hasta que tuve un accidente en la espalda, que no me dejó seguir haciendo fuerza. Cuidé un sitio y después me echaron a la calle, y no encontré trabajo en ningún lado, de ahí me puse a vivir en un ruco. Estoy limpiando autos y haciendo aseo por la población. Mi error fue no juntar platita.

En tiempos de cuarentena, ¿Qué hace?

-Encerrarme no más y salir de repente cuando es necesario a limpiar un autito. Hay harta gente que me ayuda, una señora del condominio Las Palmas es incondicional con alimentos preparados, hay gente buena.

¿Qué piensa del Coronavirus?

-Le tengo miedo, salgo con mascarilla y cuando es necesario no más.

¿De qué forma se entretiene?

-Leer revistas, tengo una cachada de libros, ahora los leo por tercera vez, porque no tengo más. De repente ese encargo le puedo hacer, revistas, libros, algo para entretenerme. Tengo tele, que veía con batería, pero me la robaron…

Está preocupado…

-Pasa gente, por ser los fines de semana tengo que quedarme hasta tarde por acá dando vueltas. Una vez trataron de quemarme, pero como había salido solo se quemó el ruco, menos mal. Por eso los fines de semana me pongo a clavar, a hacer cualquier cosa cuando viene alguien, para que vean que estoy despierto.

¿Qué mensaje le enviaría a quienes tienen poder de decisión en la ciudad?

-Que nos ayuden, hay mucha gente que piensa que los que están en la calle lo hacen por querer y, no es así de mi parte, yo estoy en la calle porque tengo un problema a la columna. Como albañil ganaría plata y viviría cómodo, pero no puedo hacer trabajos pesados y esto me molesta.

Que ayuden al que se lo merece, porque hay gente que también se aprovecha, yo lo sé. Estoy en el Programa Calle, ahí me dan un billetito, 25 mil todos los meses y de repente mercadería.

Por 17 años, Pepe vivió con su perro Copito. Cuando murió, lo enterró ahí mismo, al lado del cerro donde alguna vez compartió con una pareja, de la cual solo le queda una foto, sobre la pequeña tumba improvisada.

Nunca se casó, ni tuvo hijos… sus hermanos están en su ciudad natal y no ha establecido contacto, “no quiero que sepan que estoy en esta situación”.

Pepe necesita alimentos no perecibles, revistas, libros, ropa, una batería y todo lo imaginable para poder vivir en este mundo desigual, que sigue marcando cifras que aumentan los contagiados y los muertos por la pandemia del Coronavirus.

En el borde del cerro, en 6 metros de largo por 2 de ancho, tras el muro de cemento, de cara a la población Magisterio, y vecino de Las Palmas, cada noche cuando puede dormir sin miedo, sueña con tener al otro día algún auto para limpiar, porque hay que sobrevivir, aunque sea para mirar el mismo cielo de quienes reciben cada mes abultados ceros en la cuenta corriente. El alma del Copito está ahí… es lo único que tiene...