De los boleros a la sociología: El concepto de Aporofobia, el miedo a los pobres [VIDEO]

02 Septiembre 2018

Quizás por eso es que Mon Laferte ha tenido tanto éxito, pues nos conversa de la cotidianidad. Sus baladas se asemejan a los boleros que escuchaban nuestros padres, y tocan la realidad que no es sólo sensibilería pasajera. 

Marcelo Oñederra SJ >
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Cuando era joven no me gustaban los boleros, sólo al pasar de los años comprendí que esa música me hablaba de un pedazo de la realidad. Algo así me había pasado con la música de lo 80', en donde la banda musical de la comuna de San Miguel, Los Prisioneros cantando “El baile de los que sobran”, nos remecían con la pura y santa verdad. Pero los boleros son, sin lugar a dudas, los que nos remecen mucho más con extraña empatía. Viejos ritmos que no pasan de moda y que nos sitúan siempre al frente de lo razonable. Quizás por eso es que Mon Laferte ha tenido tanto éxito, pues nos conversa de la cotidianidad. Sus baladas se asemejan a los boleros que escuchaban nuestros padres, y tocan la realidad que no es sólo sensibilería pasajera.

Lucho Barrios escribía en el s. XX, “amor de pobre solamente puedo darte, amor de pobre con orgullo y humildad, si te interesa esta propuesta de cariño, decide ahora porque ya no aguanto más”. Hoy al escuchar la canción, muchos la conocemos y otros que no la habían conocido se sienten identificados. Es nuestra identidad.

Ahora en este tiempo, no sólo cantantes y músicos nos hablan de la vida en sus letras, sino que durante los últimos siglos ha sido la sociología la que ha enarbolado la bandera del devenir de las acciones humanas y como éstas se desenvuelven y dan razón de sí. Es en este caso que un bolero nos habla de la cotidianidad, pero la sociología lo quiere explicar a modo de ciencia. En este caso es donde se inscribe hoy una nueva palabra para recrearnos uno de nuestras acciones cotidianas. La palabra es APOROFOBIA.

Adela Cortinas, la autora del libro “Aporofobia, el rechazo al pobre (un desafío para la democracia)” nos remece con su nueva definición, pues toca lo más propio e íntimo de la reacción que tenemos hoy los seres humanos en relación a los pobres. La “Aporofobia”, que es el término acuñado por la escritora española, se comprende como el rechazo al pobre; una manera que tiene toda sociedad y persona humana de enfrentarse con las carencias y problemas del otro.

Casi como un rechazo a uno mismo en muchos momentos, que no deseamos nuestras propias pobrezas. Y se entiende en el marco de las llamadas fobias a los extranjeros (xenofobias o racismos en algún caso). En pocas palabras, hoy no rechazamos al que viene de otro país siendo extranjero, sino que el rechazo es al pobre venido de otro país, pues se nos dice que no nos otorga nada, sino que problemas en nuestras propias aldeas. Los extranjeros pobres molestan que vengan a complicar la vida, a los que “más que bien, nos vamos defendiendo, que no traigan recursos, sino problemas” (cf. Cortina).

Y añade la autora: “quien desprecia a otro se siente superior. Esta es una asimetría que avala a los grupos que rechazan al otro por ser distinto, por no pensar igual… las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad. El problema no es entonces de raza, de etnia ni tampoco de extranjera. El problema es de pobreza. Y lo más sensible en este caso es que hay muchos racistas y xenófobos, pero aporófobos, casi todos.

Es el pobre, el áporos, el que molesta, incluso el de la propia familia, porque se vive al pariente pobre como una vergüenza que no conviene airear, mientras que es un placer presumir del pariente triunfador, bien situado en el mundo académico, político, artístico o en el de los negocios. Es la fobia hacia el pobre la que lleva a rechazar a las personas, a las razas y a aquellas etnias que habitualmente no tienen recursos y, por lo tanto, no pueden ofrecer nada, o parece que no pueden hacerlo” (Aporofobia, p.21).

Es posible, entonces, que los viejos boleros o esas canciones que hablaban de nuestras pobrezas compartidas, porque todos y todas las vivíamos, nos ayudaban a no negar nuestra realidad más profunda, siendo más cordiales con las pobrezas del otro/a y viviendo una sociedad sin discriminaciones humanas. Vivan pues los boleros que nos ayudan a un mejor vivir en este siglo de desigualdades tan grandes.

Para leer: Adela Cortina Orts, “Aporofobia, el rechazo al pobre (Un desafío para la democracia)".

Para escuchar: Grupo Tallados, “Artesanos por la música” (facebook.com/Talladosartesanosporlamusica).

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