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Imagen de Oscar Alarcón

En la Asamblea General de

En la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada el día 11 de diciembre de 1964, el aventurero internacional Che Guevara reconoció: "Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida...fusilamientos, sí hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario".. Así el aventurero argentino reconocía con la mayor desenvoltura, su criminal acción que llevó a cabo en la Fortaleza de la Cabaña, en La Habana, después del triunfo del castrismo.

Allí, sin forma de juicio, o con una farsa de él, se ejecutó a un número indeterminado de personas, hombres y mujeres, algunos menores de edad, sin miramiento ninguno a las circunstancias, basándose en el deseo de imponer el terror a como diera lugar.

El Che era un sicópata ebrio de sangre, como él mismo muchas veces lo confirmó y se jactó de ello en sus escritos. En la Revista "Verde Olivo" de fecha 8 de Octubre de 1968 escribía:..."La violencia es inevitable. Para lograr regímenes socialistas habrán de correr ríos de sangre..y debe continuarse la ruta de la liberación...aunque sea a costa de millones de víctimas atómicas.

El 16 de abril de 1967, escribía en la Revista Tricontinental: "Crear dos tres, muchos Viet Nam es la consigna" "El odio como factor de lucha..el odio que ..convierte al ser humano en una violenta y fría máquina de matar...Nuestros soldados tienen que ser así..."

Tal vez por esta demencial afición por la sangre y para poner en práctica su tendencia a la destrucción y la violencia, este aventurero deshumanizado se fue a Bolivia, a terminar su vida, afortunadamente con un fracaso mayúsculo y muriendo en su ley que el tanto amaba, un baño de sangre.

Todas las ideas revolucionarias y sangrientas que el Che predicaba como el socialismo revolucionario para América Latina, afortunadamente terminaron en la nada. Hoy ninguna de sus ideas sicóticas tienen asidero en los pueblos que desean entrar al desarrollo.

El peor fracaso del Che es que su imagen sea motivo de ganancia para los capitalistas que tanto odiaba, que lo han trasformado en material de decoración para ropa, chapitas y poleras. Menos Mal.

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